lunes, 25 de mayo de 2009

Adivinanza 1

cual es la bestia
que por mi mente deambula.
aquella que caza
sin comer presa alguna.

ese animal
que sin procurarse sustento
lo devora todo,
sea o no su alimento.

una bestia,
solitaria y resagada;
que no interactua mas...
que con sombras animadas.

esa criatura astuta
que protege de todo su vida,
a pesar que al final
lo que busca es concluirla...

que es?

jueves, 21 de mayo de 2009

Civilización y Barbarie

bueno, aca esta la continuación. espero sea de su agrado, jeje...

Tratando de apaciguarme, seguí buscando mas adelante en el texto alguna parte legible. Así es como sigue:
“… Estábamos ya a distancia de tiro cuando las moles de hierro se hicieron sentir, vomitando fuego y humo por sus anchas bocas. Las nubes de pólvora, negras y espesas ascendían desde las trampillas poblando la cubierta.
Los hombres se lanzaron desde los mástiles cual fieras de la selva hasta la embarcación francesa, con sus dagas entre los dientes y sus pistolas estallando en sus manos. Parecían envueltos en tinieblas surcando los aires tras las andanadas de humo y las explosiones de los cañones. Era una hecatombe digna del libro del Apocalipsis.
Los rostros de los marinos franceses reflejaban un temor tan grande como el de un pecador cayendo en los infiernos…
… Al final, ver el horrendo resultado de tan atroz carnicería me revolvía el estomago, y hubiera vomitado si en él tuviera algo para devolver. Decenas de cuerpos desparramados por la cubierta del barco extranjero, sangre que se escabullía hacia el mar por los desagotes de las barandillas y aquellos a los que una vez llame compañeros, empapados en sangre, sudor y pólvora, contando unas cuantas monedas de plata que habían encontrado en un gran cofre de madera. Algo en verdad grotesco.
¿Qué causas, qué fuerzas pueden hacer que gentiles hombres como los que yo había conocido al embarcarme en esta travesía se transformen en masas informes de carne sin atisbo alguno de civilización, movidos enteramente por la codicia, como si en el mundo no hubiera nada más? ¿Cómo podía ser que en este mundo tan avanzado, el hombre cayera en la cuenta que lo único que importaba, lo único que era valioso fuera ese vil metal?Me tranquiliza el hecho de saber que en la civilización que nos aguarda estas cosas que acabo de narrar no son mas que fantasías de poetas y escritores…”


fin.

miércoles, 13 de mayo de 2009

-. quien creeria que a uno lo podian matar dos veces...
-. a veces, aquellos que lo tienen todo son los mas infelices... porque no saben como consueguir aquello que de verdad quieren...
-. no queda nada despues de un temporal, solo los recuerdos de aquello que habia...

viernes, 1 de mayo de 2009

Civilización y Barbarie

bueno... como no quiero caer en la tipica de terminar hablando de política o corazones rotos, les traje otro de mis cuentitos para pensar :P con un pequeñisimo problema... era muy largo asi que lo corte, jeje. despues pongo la segunda parte.

"Un día que me encontraba ocioso en el archivo de la aduana del puerto de Buenos Aires, lugar donde trabajo, se me dio por empezar a revisar los antiguos registros de la parte trasera del salón. Un lugar abnegado muy poco iluminado donde se guardaban los documentos más viejos que habían sido redactados en el puerto. Algunos incluso, según me decía mi antiguo supervisor, el Sr. Marcos, eran anteriores a la Republica.
Recordando eso, me pico la curiosidad y entre a hurgar en ese cuarto repleto de papeles viejos y amarillentos. Y revisando las pilas de papel ajado atados con hilos de algodón ya carcomidos por el tiempo, leí por sobre el borde de una de estas pilas, sobre una tapa de opaco cuero negro, un titulo redactado en hermosa caligrafía, que decía lo siguiente: “Bitácora de viaje del Santa Aurora de María”
Me surco una impresión extraña por toda la espalda rematando con una fuerte sensación de frío en mi nuca. Tome el marchito volumen al que correspondía el titulo y me lo lleve al escritorio en el salón del archivo. Era un libraco ancho y delgado, de pocas hojas para lo que estaba acostumbrado, todo ajado y mancillado en los bordes. Sus hojas tenían el característico amarillo pergamino de todo documento abandonado a la suerte de la humedad y el tiempo, difuminado desde el interior de la hoja hasta sus orillas melladas. Me resultaba cautivante ya verlo, como si fuera una pieza de la historia, sacado de alguna novela del pasado.
En la primera hoja, repitiendo lo que aparecía en la portada de cuero, se leía el nombre de la embarcación y una fecha: 1665. No podía creerlo, el libro era anterior a la independencia del país, incluso anterior a la revolución francesa. Era un tesoro imponente lo que se encontraba delante de mí, y más me desesperaba por leerlo.
Debajo del año, aparecía un nombre, medio borrado ya, haciéndoseme imposible el leerlo. Al parecer, su autor quedaría anónimo para mí.
Al final, la razón por la cual el libro era tan flaco se debía a que carecía de varias muchas de sus páginas. Habían sido arrancadas y solo quedaban los márgenes de éstas, como fieles memoriales de su parte perdida.
La bitácora empezaba así:
“… Perdidos, abandonados por la gracia del mar, miramos todos juntos hacia el horizonte con la esperanza que una mancha borrosa y lejana creciera por sobre el margen del mundo. Estábamos desesperados y hambrientos, acogidos por un sentimiento de desamparo que nos cohibía la mente. Nuestro capitán, aferrado al timón cual tesoro, miraba hacia adelante con los ojos perdidos.
Hacía 13 jornadas que nuestra nave surcaba las olas a la deriva luego de la inclemente tormenta que nos había asolado sobre las costas del Brasil. Desde entonces, habíamos estado buscando tierra en donde atracar.
Ya no tengo fuerzas para seguir escribiendo. Estoy famélico. El capitán me azota para que continué narrando su bitácora…”
A partir de este punto, las letras se vuelven toscas y borrosas y no se alcanza a distinguir más. Ya recién en la tercera página aparecen nuevamente caracteres legibles, y dicen más o menos lo siguiente:
“… Un compañero ha muerto. Flaco y descarnado, el pobre Miguel no podrá operar más los cañones, ni desenfundar su sable o disparar su arcabuz…
…¡Un barco! Grita el grumete colgado desde un aparejo enganchado al mascaron de la nave, Toda la tripulación se alzó con renovada fuerza, alimentados por la esperanza del botín que les aguardaba.
El tuerto Matías, desde la canastilla del puesto del vigía, gritaba a viva voz, describiéndonos lo que era esa desdibujada mancha perdida en tanto mar. “Es un galeón francés, de treinta pies de largo y 40 cañones de pira.” Dijo el hombre desde las alturas.
Todos habían tomado sus puestos impulsados por el deseo de la sangre y la batalla, pero más que nada, por el tesoro y las riquezas que ya se veían contando. Parecían azuzados por el mismísimo demonio.
Con cada minuto que pasaba, con cada palmo que nos acercábamos, los rostros de mis compañeros se iban encendiendo como antorchas. Yo los observaba sorprendido y con un alo de temor en mi corazón al ver tan metamórfica transformación. Como si fueran movidos por fuerzas poderosas.
Esos despojos de hombre habían dejado de ser mis camaradas. Se habían convertido en bestias sediciosas, poseídas por la codicia y la sangre…”
No podía creer el cruel giro del destino o si acaso era la sádica voluntad del tiempo impiadoso los que me habían arrancado la parte faltante del documento en el momento más interesante del relato. Mi impotencia fue atroz al ver como las líneas que seguían habían sido carcomidas por la humedad."


to be continued...